domingo, 23 de mayo de 2010

AVENTURAS Y DESVENTURAS...DE ASPIRANTES A INGENIERO


Según el último cuenteo somos unos/as 500 Arquitectos/as Técnicos/as los/las que estamos cursando el llamado curso de adaptación a la Graduación en Ingeniería de Edificación con la Escuela ESEA. Desde que comenzamos el curso no dejan de suceder sorpresas. ¿Sorpresas? Veamos.

La propaganda oral y escrita del COAAT de Sevilla y de la misma ESEA rezaba que obtendríamos el título tras una evaluación mediante trabajos y asistencia a clase. Parece ser que la Universidad Camilo José Cela (la que otorga los títulos) no tenía la misma idea, ¡Qué mala suerte! (De nuevo).
Como saben los que acceden a éste blog, el susodicho curso, nos ha costado la nada desdeñable cifra de 3.700€, ¡cómo añoro ya a esos jodíos euros!. Nos matriculamos porque ya todos somos titulados universitarios y no disponemos del tiempo de un estudiante modelo para sentarnos a empollar. Al fin y al cabo lo que íbamos a estudiar era lo mismo para lo que ya teníamos nuestro "otro" título. No se equivoquen, las malas lenguas dicen lo nuestro que se trata, sin duda, de un capricho. Todos/as deseamos con ardor llevar ese tíulo de INGENIERO en la tarjeta de visita. Ya saben, muchos años aguantando lo de Técnico de Grado Medio y los agravios comparativos con los "otros".
Nos matriculamos por eso y no por otra extraña razón. Ahora bien, el martes pasado en el curso, nos sorprenden con que éste sábado, en la visita programada a las instalaciones de la Universidad en Madrid, nos tenían reservado un examen, eufemísticamente llamado "práctica". Porque una práctica tipo test y sin conocer el contenido exacto, en mi pueblo se llama examen. Más claro, agua y en botella. ¡Vamos que parecían políticos, en vez de profesores!
Pues bien hagamos un repaso cronológico, el martes la sorpresa. ¡Un examen!. El jueves, clase plagada de rumores, podríamos tener los apuntes de clase para concultar en el momento del examen. Tras mucho investigar entre el alumnado, llegamos a la conclusión que ninguno nos habíamos estudiado los apuntes de clase hasta fecha (más de 500 folios). Comenzaron las tensiones. ¿Qué pondrán? Fotocopias, emails, móviles que ardían. ¡Cómo en nuestra más tierna etapa universitaria!
El sábado camino a Madrid. Tras partir a las 7,45 en AVE nos encajamos en Madrid y luego autobús a donde "Cristo dió las tres voces". Allí tras una nube de mansiones, chopos y sauces, estaba nuestro destino. Nos bajamos y nos meten a presión en un aula más larga que una "meá cuesta abajo" y comienza el calvario. Según el horario nos deparaba una Lección Magistral. ¿Magistral? ¿Tú escuchaste alguna en nuestros años mozos? ¿Yo? ¿A quién traerán? ¿A un/a academico/a? ¿A Chueca Goitia?. Tras hora y media de bostezos, recuperación de sueño atrasado y duros combates contra los marcianos del móvil, terminó la cosa más esperpéntica que haya visto nunca en un aula. ¡Y mira que ya he visto! Un tipo a punto de darle un flato, con una clase de las que ya hemos recibido (mucho peor dada por cierto) y con una proyección que ni un Elfo ó un apache podrían haber oteado. Termina la comedia valleinclanesca y nos vamos a comer, porque a esa hora teníamos más hambre que un gorrión volantón. ¿Qué menú nos había preparado nuestra mater universitaria? Esquisitos macarrones con tomate, ensalada y agua fresca autoservida en el comedor universitario. En otras palabras rancho de mili en mesa larga y cola de espera para que te sirvan. ¡Cómo dios manda! Inolvidable menú. Digo yo que entre tanto lujo podrían habernos recibido al menos con el rancho de oficiales. Prosigamos.
Tras comer y a la magnífica hora de las 15.30 h nos esperaba nuestra siguiente aventura. !El primer examen!
Nos sentamos donde podemos y comienza el plato fuerte del día, el show principal, el partidazo de la jornada. Un profesor nos manda callar y en plan marcial nos ordena : !Apuntes fuera de la mesa y DNI encima!. Por partes, ¿Quién de nosotros va a pegarse un viaje como ese y meterse allí a pasar calor? ¿Por el rancho? Pues DNI. ¡Qué haría éste infeliz en Inglaterra! Cuando resuena lo de ¡apuntes fuera! Un rugido de furia se eleva desde la parte de atrás del salón, conato de abandono y comienzan a sonar móviles en el pasillo. ¡Aquéllo parecía la sesión del parqué madrileño con el índice en -10%! Nerviosismo, estrés. Al cabo de un rato y tras el vendaval, una voz grita: ¡Los apuntes se pueden usar!...¡UFFFFFF!...Menos mal. Porque hasta ahora mismo, desconocemos cuanto vale el examen en la nota del curso. ¡Será porque al matricularnos, no habría exámenes!
Nos reparten el examen y cuando comenzamos a ver las preguntas, tienen más mala leche que Falconeti. Los sudores de los macarrones empiezan a brotar de las mentes recalentadas. ¡Sin miedo! Que estamos ya muy versados en la mala leche ¿ó no? Echando mano de la intuición y de la experiencia le rellenamos al mozo su examen ¡ Qué le siente bien cuando se le atraviese en el cólon!
Los comentarios al finalizar eran un poema lírico a mayor gloria de las letras hispánicas. Pero no podíamos desfallecer, porque en cinco minutos teníamos el siguiente. Vaya sobremesa. ¡Cómo añoraba yo mi sofá!
El segundo examen nos colocan como a quinceañeros, ¡No os apretéis tanto!, decían. Comienza la "práctica" y a los tres minutos un chunta, chunta musical procedente de un castillo hinchable en donde retozaban tiernos infantes nos saca del muermo. ¿Cómo es que suena tan fuerte? ¿No estamos en una Universidad? Sonará tan fuerte porque, ¡puñetas! ¡si está bajo la ventana!. Se ve que éste nuevo concepto de universidad no ha llegado a nuestra fronteras. ¡Los fines de semana se quita el cartel de universidad!...y...¡Se pone el de salón de BBC (bodas,bautizos,comuniones)¡ ¡Qué magistral idea! (Esa si que es magistral).
En fín terminamos el examen y nos vamos con viento caliente, porque a esas horas apretaba el lorenzo y embarcamos en el bus de regreso a Madrid. Allí nos esperaban dos horas y media hasta subir al AVE de vuelta. A lo que se ve quedó la huella indeleble en el vagón bar de nuestro viaje de vuelta. No quedó ni hielo para los vasos. Este fue nuestro periplo, porque al llegar los que menos nos habíamos pegado 17 horas en pie. Otros emprendían viaje hasta Cádiz y Campo de Gibraltar ó Huelva.
En las conversaciones un clamor popular, menos improvisaciones, menos sorpresas, más respeto hacia profesionales que no hacen más que intentar sobrevivir y un aviso, los próximos exámenes los va a hacer el c.....de la Bernarda.